Hay muchas formas de afrontar el reciente San Valentín. Puedes ser fan de las comedias románticas rollo Meg Ryan y desear que los corazones, los bombones y los cupidos inunden ese día, mientras el/la Richard Gere de turno aparece a lomos de una limusina para pedirte en matrimonio a los pies de la escalera de incendios, porque crees en el príncipe o princesa azul y la media naranja y los cuentos que acaban comiendo perdices porque el día siguiente ya llegará; o puedes ser fan de las pelis de gángsters, en cuyo caso quizá te mole más enfundarte un buen gabán porque no te van los rollos blanditos y San Valentín te suena a subfusil Thompson, Chicago años 30. Puedes también pasar de inventos mercadotécnicos porque a ti nadie te dice cuando has de demostrar tu amor a otra persona ni que tengas que hacerlo pasando por caja. Incluso puede que pasaras por el 14 de febrero sin haberte percatado de nada, porque ni te interesa ni tiene por qué. Puestos, quizá puede darse el caso de que descubras que tu móvil es tu compañero/a perfecto. Lo dice un estudio de Motorola: el 84% de los encuestados comparte el tiempo con su pareja y un dispositivo móvil siempre o frecuentemente. Solo diré, como le dijo Ilsa a Rick, el mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos.