El anuncio por la consejera de Educación, Política Lingüística y Cultura, Cristina Uriarte, de la no realización en los centros educativos vascos de la evaluación diagnóstica en sexto de Primaria que establece la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (Lomce) supone en la práctica un freno a uno de los aspectos más controvertidos de la de por sí controvertida reforma educativa. Tiene, además, base razonable en la admisión a trámite un día antes por el Congreso de la proposición para la derogación de la ley, a la que se opone una amplia mayoría de la nueva Cámara de diputados. Sin embargo, la decisión del Departamento de Educación se fundamenta, sobre todo, en la lógica inapelable de que un sistema educativo propio debe contar con un sistema de evaluación propio. Esto es, si Euskadi goza, por el art. 16 del Estatuto de Gernika y la aplicación de la Disposición Adicional 1ª de la Constitución, de la competencia de “enseñanza en toda su extensión, niveles y grados, modalidades y especialidades” y en virtud de ello ha desarrollado y desarrolla un sistema educativo propio, el sistema para su evaluación -aun si responde a la legislación orgánica aprobada por el Estado- debe poder dar solución a las necesidades propias de dicho sistema. Y es que, en realidad, la decisión del Gobierno Vasco de posponer de momento la implantación de la evaluación en 6º de Primaria no hace sino seguir las directrices generales que plantea el Informe McKinsey por el que se rigen en la última década los intentos de mejora de los sistemas educativos más avanzados, que señala que el contexto del sistema -en este caso del sistema educativo vasco- puede no determinar el qué hacer, pero sí determina cómo hacerlo. Más aún, el informe de la consultora británica considera que los enfoques de mejora deben ser distintos en sistemas de niveles menos aceptables, como es el caso del sistema educativo estatal, respecto de los que se hallan en un nivel de desempeño bueno o más allá, como es el caso del sistema vasco, en el que el 52% de los centros educativos se hallan en los niveles de bueno a muy bueno o de muy bueno a excelente. Y que, en este caso, la mejora de la calidad de la enseñanza se logra al aumentar las responsabilidades y el nivel de flexibilidad, es decir, la autonomía; de los colegios y profesores en lugar de constriñéndola como hace la Lomce.