La previsión del Gobierno Vasco y de la patronal Confebask -compartida también por los sectores de la electrónica, la informática y las telecomunicaciones- de que la industria precisará en Euskadi a corto plazo de mano de obra cualificada supone la constatación del problema de la escasez de personal formado en ese ámbito, pero también de la oportunidad que se ofrece a la juventud, hoy por hoy la parte de la pirámide poblacional más castigada por el desempleo. Y en consecuencia constata también la responsabilidad que las instituciones y las empresas adquieren en la formación de las generaciones que se asoman a su primer trabajo y la necesidad de que la sociedad vasca complete el giro hacia el reconocimiento de la FP -cuyos centros cuentan en Vitoria con una importante tradición y destacado peso específico- que ha venido experimentando en los últimos tiempos. La solución a esa carencia estará en la formación de ese 52% de alumnos que, hoy por hoy, optan por la FP tras superar la ESO y especialmente en la extensión del modelo dual que en tres años ha alcanzado 718 estudiantes vascos en 473 empresas, aunque sólo el 60% de ellos se enmarquen en el sector industrial. De hecho, el Gobierno Vasco se ha marcado el objetivo -quizás demasiado ambicioso- de incluir en el modelo dual a la mitad de los alumnos de FP en los próximos cinco años. Y es que la calidad de la FP vasca -con más de 11.000 alumnos y cerca de 150 centros- y su estrecha relación con un entramado de casi 80.000 empresas industriales, tan reconocidas incluso en Europa, se antoja como un vector imprescindible, también en la apuesta por la transformación hacia lo que ha dado denominarse ya Industria 4.0. Será, efectivamente, la FP vasca -sin olvidar a las universidades- la que en mayor medida deberá responder a la estimación de las necesidades exactas de la industria en cuanto a la demanda de profesionales, sus cualidades y preparación para mantener en el tiempo, desarrollándola, la característica competitividad de nuestras empresas. Esta demanda se hace más evidente a medida que se va produciendo el relevo generacional de la fuerza de trabajo ante el envejecimiento de la población activa y con las exigencias que plantea a la industria un crecimiento que ya el pasado mes de octubre alcanzó un 5%.