Es lo que tiene invitar a un experto, experta en este caso, a hablar delante de los representantes políticos de una institución, que te abra los ojos diciéndote realidades como puños más allá de que se puedan hacer X o Y matizaciones y hagas dos cosas inmediatas: por un lado, quitarle hierro a lo dicho por la persona que cuando invitaste creíste interesante escuchar; por otro, no hacerle ni puto caso y dejar que sus recomendaciones se pierdan en el tiempo. Esta vez ha sucedido en el Ayuntamiento de Vitoria, aunque se podría hablar de cualquier otra administración. Esta vez la temática era el turismo, pero podría suceder con cualquier otra. Yo, por ejemplo, todavía me parto el eje cuando me acuerdo de aquel informe sobre el arte público en Gasteiz que se le encargó a una experta de reconocido prestigio que, tras darse a conocer, se enterró rápidamente porque a más de un político y vitorianico se le pusieron los pelos como escarpias. Ay, Rosa Olivares, qué bien lo pasemos. Esta vez la que ha querido aportar su sentido ha sido Susana Conde, aunque lo más seguro es que nos pasemos sus recomendaciones por ahí porque de turismo nosotros sabemos mucho más y no nos va a venir ahora nadie a dar consejos para que mejoremos. Hombre, no jodas.
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