Hace algo más de un año, ocupé este espacio con el clima, el medio ambiente y sus cumbres. Poco ha cambiado desde entonces, y ante la cercanía de la que va a iniciarse en París -mañana mismo, y sobre clima-, repito argumentos. Tengo la sensación de que estas reuniones se realizan para volver a ver a viejos amigos, cenar por ahí y charlar sin llegar a conclusiones que supongan compromisos de obligado cumplimiento. Diríase que algunos de sus participantes sólo van porque hay que ir, pero esto quizás sólo sean imaginaciones mías. Buscando al azar una de las últimas citas, miro a la de Johannesburgo, celebrada en 2002. Allí se alcanzaron acuerdos y se tomaron ciertas determinaciones. Sus participantes se comprometieron a reducir a la mitad el número de personas que carecen de agua corriente en sus hogares, unos 2.400 millones, hasta este año. Me da que no lo han logrado. También firmaron reducir la pérdida de biodiversidad para 2010. Ya han pasado unos meses. ¿Está mejor la biodiversidad hoy que en 2002? Lo dudo. También adoptaron el compromiso de que para 2020, los productos químicos deberán ser usados y producidos de tal forma que no atenten contra la salud ni el medio ambiente. Ya andan tarde, ¿no creen? Menos cumbres y más acción. ¿Y si cambiamos de sistema?