Desde la defensa de esa arquitectura foral se echa mano de la tradición foral o los derechos históricos. Se argumenta por una parte que esta historia genera derechos para el mantenimiento de la foralidad como parte de una realidad propia y una articulación soberana y, por otro lado, se apela a los resultados, pues al País Vasco le ha ido bien con las acomodaciones de ese régimen foral y, además de derechos, son realidades políticas valiosas.

Estas tradiciones vendrían derivadas de los Fueros Viejos -recopilaciones de usos y costumbres del mundo rural feudal- y de los nuevos surgidos al calor de nuevas realidades urbanas en el siglo XVI. En su conjunto, darían lugar al llamado Orden Foral como conjunto de leyes, instituciones y competencias, que fueron devastados por las acomodaciones e imposiciones liberales de finales del siglo XIX -con el régimen de la Restauración borbónica- y posteriormente defenestrados por las fuerzas ganadoras de la guerra civil.

Con la denominación de Álava y Navarra como provincias leales y Bizkaia y Gipuzkoa provincias traidoras, en las primeras se mantuvo el Concierto Económico y en las segundas se eliminó. En la transición, tras el reconocimiento en la Constitución y el Estatuto, se devuelve Concierto a los cuatro territorios.

Podemos entiende y defiende esa arquitectura como un principio de democracia local y no desde una fundamentación foral. El viejo régimen foral no puede sostener un discurso de democracia avanzada para el siglo XXI. La fundamentación y defensa de la democracia local participativa significa pensar una articulación que acerque lo más posible el poder a la ciudadanía y desde esa perspectiva, la defensa de las juntas y las diputaciones, con las reformas necesarias, es una prioridad.

Además, en el caso vasco las diputaciones tienen capacidad recaudatoria, por lo que tienen que negociar ña repartición de fondos con los gobiernos estatal y vasco y con los ayuntamientos. Y esto nos parece básico.

Estas estructuras próximas tienen capacidad de estimular la participación ciudadana y la rendición de cuentas de forma real y permiten acoger la diversidad de prioridades, enfoques e intereses de la ciudadanía de base.