Son innumerables las encuestas que están publicando los medios de comunicación. Stop. Algunas de las televisiones hacen lo mismo. Stop. Las radios, menos, pero sólo porque resulta más ridículo. Stop. Pero es como si las hicieran, porque las leen y repiten en programas diferentes. Stop. Durante los últimos días no hay manera de librarse de una torre de color en papel o pantalla. Stop. De un quesito que se desgaja de su mayoría. Stop. De un gráfico con caras de señores bajo un porcentaje. Stop. ¿Por qué no hay tías en esos gráficos? Stop. Voy a fijarme en las fichas técnicas de dos de las últimas encuestas. Stop. La primera de ellas es de ámbito catalán. Stop. La conclusión del titular que abre el diario que la publica se sustenta en 900 llamadas telefónicas. Stop. No parecen muchas. Stop. La segunda afecta al rojigualdo espacio todo. Stop. También abre el diario. Stop. Son 1.400 telefonazos. Stop. Tampoco parecen muchos. Stop. Al menos para tantos votantes potenciales. Stop. Los expertos podrán rebatir cada línea que he escrito. Stop. Bienvenidos sean. Stop. Quizás me equivoque, pero no sé si vamos a poder resistir este insistente bombardeo de porcentajes hasta el 20 de diciembre. Stop. Parad de una vez. Stop. Parad, por favor, parad. Stop.
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