si los unionistas o partidos del ‘no’ lograran este domingo un respaldo electoral que rondara el 75% o así, la ola independentista catalana tendría que hacérselo mirar y retirarse a sus cuarteles de invierno. Por contra, si fueran los soberanistas quienes obtuvieran ese resultado, España tendría que ir pensando en organizar de una manera civilizada una secesión como las que se pudieron llevar a cabo en Eslovaquia, Estonia o Eslovenia, entre la veintena larga de nuevos Estados que se han creado en Europa en el último siglo. Ahora bien, sospecho -y no hace falta ser un perspicaz analista- que no se va a producir ni un resultado ni el otro y que este referéndum -porque es un referéndum, por muchos malabares que haga el Gobierno para negarlo, pues aquí todos hablan de un ‘sí o no’ y nadie de un programa de gobierno- acabará en tablas, tanto me da por un 55%-45% o un 45%-55%. El más que previsible triunfo claro de Junts pel Sí no va a suponer la independencia automática, como tampoco lo contrario permitirá a la acorazada Brunete brindar por la conquista de Catalunya. Pero la pregunta seguirá ahí y España no podrá seguir en la inopia o dedicándose a boicotear el cava catalán. Será la hora de la política o, mejor, de la imaginación. Y ahí les quiero ver.