yJavier Maroto, exalcalde y actualmente uno de los portavoces emergentes de la dirección del PP en la calle Génova, la volvió a liar. Cuando parecía que sus estigmas sobre los magrebíes habían quedado atrás, el portavoz popular en Vitoria volvió a azuzar ayer su discurso con unas hirientes declaraciones sobre los inmigrantes, en esta ocasión refiriéndose al drama de los refugiados sirios. El Ayuntamiento de Gasteiz realizó ayer una declaración institucional que bien pudiera calificarse de histórica. En primer lugar, por tratarse de un pronunciamiento que destaca a la capital alavesa como una ciudad de acogida y solidaria en su respuesta ante el drama humanitario de los refugiados y, en segundo lugar, por ser una declaración que concitó la unanimidad de todos los grupos municipales -incluido el PP, aunque el propio Maroto se ausentó de la foto- y también fue escenificada por todos juntos puestos en pie, algo ciertamente inusual en la Casa Consistorial gasteiztarra. Pero la sesión vino precedida de otra salida de pata de banco del exalcalde, a quien, pese al dramático contexto que se está viviendo en las fronteras de Europa y siguiendo la estela del ministro Jorge Fernández Díaz, no le dolieron prendas en soltar ante un micrófono que “entre los sirios que entran hay muchos yihadistas, que un día ponen una bomba en cualquiera de nuestras ciudades y después alguien pide explicaciones”. Así, de sopetón. Bien es cierto que luego rectificó, intentó matizar y reconoció como “desafortunadas” sus palabras y que la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría tuvo que salir inmediatamente a desdecirle. Pero lo preocupante es por qué le traiciona el subconsciente en una torpeza retórica o que hubiera sido, todavía peor, otro de sus medidos cálculos por colocar un mensaje populista o por ganar estrellato en la jungla mediática madrileña. Y en este caso concreto concurre otra irresponsabilidad, pues el portavoz popular aviva con sus ocurrencias -y con la deplorable gravedad de vincular a los asilados con el yihadismo- las reticencias que anidan en muchos sectores conservadores de la sociedad española ante la llegada de refugiados procedentes de Oriente Medio, acogidos por el Gobierno del PP a regañadientes y bajo la presión de Bruselas. Maroto pagó con la pérdida de la Alcaldía su anterior cruzada y juega con fuego si anda buscando otra.