esta Europa de la que tan orgullosos nos sentimos, este continente pionero en el establecimiento del Estado de Bienestar, este paradigma de los derechos individuales y colectivos, defensor a ultranza de las personas, de la solidaridad, de la igualdad de oportunidades... es una filfa imperial. A la Europa actual se la sudan los pobres, la creciente e insoportable desigualdad, lo que ocurra allende sus fronteras. Intenta protegerse a sí misma de una forma mezquina, sin atender siquiera a las necesidades de sus socios más desfavorecidos. Los intereses económicos de algunos prevalecen sobre todo lo demás, cada vez con menos disimulo y más inquina, caiga quien caiga sin consideración ética alguna. Ayer murió un sudanés aplastado por un camión cuando intentaba pasar a Reino Unido desde Francia por el túnel de La Mancha, ese símbolo de modernidad y acercamiento entre los pueblos. Es el noveno inmigrante que muere en este túnel desde el mes pasado. ¿Y? Pues nada. Cerca de 5.000 personas -negros y pobres, o sea “una plaga” para Cameron- que todavía no han muerto se hacinan en Calais mientras esperan que se fragüe de alguna manera la oportunidad que prometieron aquellos que comercian con su miseria, los negreros actuales. Nos da igual, reconozcámoslo, o no lo consentiríamos.
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