Ayer se celebró el Pleno de investidura de la nueva presidenta de Navarra y voy a aprovechar para viajar aunque sea vía teclado al otro lado de la muga. Los recientes Sanfermines también me han servido para testar el ambiente con esto del cambio. Cierto que el contexto no es el más apropiado para un estudio serio y científico, pero admitiendo la distorsión festiva percibí, más allá de la ilusión de unos, el escepticismo de otros o la simple duda, cierto ambiente de forofada futbolera. Si antes había pitos al alcalde de UPN en el Pobre de Mí, ahora se los lleva el alcalde de EH Bildu. Si antes el alcalde de UPN era increpado en la procesión... ahora lo es también como concejal raso; eso sí, a cambio escuché también comentarios nada cristianos sobre el alcalde de EH Bildu mientras esperábamos a la Corporación en la Catedral para la procesión del día 7 o asistí a un enfervorecido aplauso popular a cierto parlamentario en Navarrería. Que cada cual que exprese sus filias y fobias políticas como le venga en gana siempre que respete al prójimo, pero a ver si digerimos todos con normalidad democrática las alternancias de gobierno y quienes tienen la responsabilidad de gobernar y de hacer oposición contribuyen a que el debate social sea civilizado y respetuoso, especialmente con el que piensa diferente.
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