El referéndum celebrado ayer en Grecia sobre la aceptación del acuerdo de la troika y que incluye la aplicación de las medidas de austeridad tras cinco años de durísimos ajustes y dos planes de rescate no ha de interpretarse solo como un plebiscito de la gestión del actual gobierno de Syriza. Con cinco días de mora y enfrentando otros 3.500 millones de euros de vencimiento este mes tras una semana cuajada de decisiones desconcertantes, vaivenes en la negociación y con el país inmerso en la dura realidad del corralito bancario, que no parece haber pesado en el ánimo de los votantes, el ‘no’, con un resultado del 62% contra las propuestas de Bruselas, supone el reforzamiento del gobierno de Alexis Tsipras para seguir pilotando la negociación y un mensaje de fondo: las soberanías nacionales pueden cuestionar los mecanismos fundamentales de la actual Unión Europea, es decir, un choque contra orden existente. El referéndum como último recurso de los dirigentes griegos y su resultado abre un escenario complicado aunque con un Tsipras más fuerte que podría ganar autonomía en la negociación frente a un incierto cambio de actitud de la UE y donde la reunión hoy entre Merkel y Hollande (defensor de seguir negociando) puede ejercer de puente o hacer frente común para el futuro de las condiciones. El respaldo a las propuestas de Syriza implica en la práctica que ya nada hay que negociar aunque desde las autoridades helenas ha sido notorio el empeño de explicitar que un “no” en ningún caso habría de suponer su salida del euro, para la que no existe procedimiento formal y bajo la que se redoblarán las presiones hacia Europa de los Estados Unidos por un posible acuerdo con Moscú con, de fondo, la inestabilidad en el Mediterráneo. Solo los próximos días dirán si las bases de la estrategia de Tsipras convocando el referéndum eran sólidas y el “no” funciona como instrumento de presión con el fin de lograr un mejor acuerdo y con un FMI que recomendó en plena campaña una quita del 30% aunque, tras el resultado, parece muy complicado el camino hacia la renovación de las líneas de liquidez. Con todo, la pelota pasa de las urnas de nuevo al Eurogrupo en la lectura del escenario y donde la consulta ahora marcas las pautas: las tesis del gobierno griego frente a la ortodoxia para un acuerdo necesario para todos.