Para justificar recortes y mala gestión, hemos terminado una legislatura en la que la ya ex diputada de Cultura Icíar Lamarain nos ha soltado cada dos por tres que “cuando no hay para pan, no hay para chorizo”. Es decir, cómo vamos a gastar dinero en esas cosas superfluas, prescindibles, extrañas y nada relevantes de los artistas cuando las instituciones tienen que estar para lo importante, lo relevante, lo que construye una sociedad, para garantizar las necesidades primarias del ser humano. Demagogia pura, vamos. Bueno, eso y desconocimiento, por ser finos. Y vienen caras nuevas y uno piensa en que con ellas también formas y fondos distintos. Pero de repente empieza a escuchar declaraciones que le suenan a lo mismo, esta vez desde el Ayuntamiento de Gasteiz. Y alguien suelta que lo fundamental es comer, no pagar unos conciertos para cuatro rockeros. Y esto se dice tras el cierre de Ibu Hots, con un par. Bien, sigamos el ejemplo. Un concierto en una sala de Vitoria o en un festival de rockeros supone generar trabajo para músicos, promotores, técnicos, camareros, taquilleros, reponedores, personal de comunicación y marketing, seguridad, taxistas, hoteleros, hosteleros... y me pregunto, ¿estos son de los que tienen derecho a comer o son de los del chorizo?