Mi viejo, que era un cachondo, solía decir que era hijo de Franco. Recordaba que la dictadura, un buen día, decidió meter a mi abuelo por un tiempo en la cárcel por tener intenciones sindicalistas. Ya se sabe, estos trabajadores y sus cosas de querer tener derechos y esas chorradas. No fue mucho, pero al parecer a mi abuelo aquello se le hizo una eternidad porque fue salir libre, volver a casa en la calle Nueva Dentro y justo nueve meses después aparecer en este mundo mi padre. Vamos, la aplicación práctica del aquí te pillo, aquí te mato o, si se quiere ver de otra manera, de que siempre de una crisis puede salir una oportunidad. Así que, amigo político de cualquier partido, estos días no te desesperes mucho. Todos sabemos que, más tarde o más temprano, para los tuyos va a salir el sol por algún lado. Porque el arte de la política se ha convertido desde hace mucho en conseguir que la ciudadanía se crea que los problemas de los políticos no son ya importantes, que también, sino que son del ciudadano de a pie. Todo parece superlativo, aunque sólo estemos hablando de un despacho. Así que puede que ahora estés fastidiado, pensando en que las cosas no han salido como debían. Pero no te apures, respira, sé positivo y tranquilo.
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