Definitivamente, el mundo está loco. Habrán leído por ahí la historia de Adam Armstrong, un chaval de Manchester de 19 años. Su historia comienza cuando el padre de su novia decide regalar a la pareja un viaje a Ibiza -suegro generoso, todo hay que decirlo- y el hombre, generoso sí pero todavía no muy conocedor de su yerno al parecer, busca en Facebook el apellido del novio de su hija para el papeleo, moderno que es él. Y Adam, que es un cachondo vintage, se hace llamar en su perfil de Facebook Adam West, en homenaje al actor que interpretaba a Batman en la serie televisiva de los 60. Así que, fecho el entuerto nominativo, va nuestro amigo Adam a Ryanair a decirles que oiga, que mi suegro ha patinado y que los datos del billete están mal, y en Ryanair le contestan que verdes las han segao, que el billete es para Adam West y que si no puede acreditar que es Adam West no podrá volar. Solución: cambiar el billete. 150 euros, que como la reserva es compartida con la novia en realidad son dos billetes, o sea, 300 eurazos. La cosa se complica. ¡No! Adam tiene una revelación mariana, quizá una batrevelación, bastante más módica: 140 euros por un cambio de apellido. Así que Adam Armstrong tiene ahora pasaporte como Adam West y quizá ande de fiesta en este momento por Ibiza.