durante los últimos meses, aprovechando el debate de la ponencia parlamentaria sobre autogobierno, pero sobre todo aprovechando el clima preelectoral, el diputado general Javier de Andrés ha vuelto a sacar a pasear el fantasma del encaje de Álava en la Comunidad Autónoma Vasca -como viene haciéndolo la derecha alavesa cíclicamente desde hace dos décadas- ante una eventual reforma del Estatuto de Gernika, enarbolando un falaz provincialismo que escondería una suerte de subconsciente vascófobo. Pero en realidad responde a un discurso tan vacuo como electoralista que pretende azuzar el falso complejo alavés. Y si Pablo Mosquera, líder de aquella extinta Unidad Alavesa -buena parte de cuyos cuadros dirigentes se integran hoy en el PP alavés- tomaba la comunidad uniprovincial de Navarra como referente de su modelo era porque la montaraz derecha de UPN partía de los mismos presupuestos ideológicos que hoy inspiran al discurso de la parte más rancia de los populares alaveses. La diferencia es que mientras el proceso estatutario vasco se basó en la consolidación de la cohesión interna del país como una realidad política que compartía un mismo espacio geográfico, social, cultural, lingüístico o económico, Navarra y su separación del resto de las provincias fortales se convirtió durante la transición en cuestión de Estado como ariete y estandarte frente al proyecto del nacionalismo vasco, aprovechando además la coartada de la irracionalidad de ETA. Desde entonces, ambas comunidades han ido consolidando realidades institucionales diferenciadas -una situación de facto que es un punto de partida ineludible para el nacionalismo vasco- pero esta separación no ha borrado una realidad social, cultural o lingüística igualmente insoslayable para la derecha navarra ni ha logrado zanjar un debate que se ha mantenido latente durante las últimas cuatro décadas, como evidencian ahora las contradicciones que han asomado en el debate interno de Podemos en Navarra sobre su programa electoral. Y es que la cooperación municipal, social, educativa, económica o cultural que se ha mantenido entre las provincias vasconavarras parte de una relación natural por encima de las obsesiones de las derechas navarra o alavesa. Pero a los debilitados liderazgos de Javier de Andrés o Yolanda Barcina les da vida enarbolar la confrontación.