Uno de los momentos más brillantes que recuerdo en mucho tiempo. Y la impresión de que al interlocutor le pilló con el pie cambiado y que quizá no supo dejarse llevar por la auténtica revelación que le había sido concedida o que, segunda opción, cayó en la cuenta con toda la tristeza que supone. Encuentro entre el ya expresidente de Uruguay José Mujica en su chacra con el rey emérito español Juan Carlos I. Admitamos que la combinación de personajes ya resultaba chocante y que ver al hombre que cazaba elefantes sentado en un banco fabricado con tapones de botellas reciclados ya tenía su punto. Y, en un momento de la conversación, Mujica se arranca: “Dicen que soy un presidente pobre, que era un presidente pobre. No, no. Pobres son los que precisan mucho. Cada cual tiene sus manías. Tú no puedes, porque tuviste la desgracia de ser rey”. La desgracia de ser rey... Hay que tener una mente muy preclara para decir esto, decirlo convencido. Con la que está cayendo, con el mundo en que vivimos, una desgracia tener una vida a todo trapo más que resuelta... Pero Mujica puede tener manías. El que es rey también las tiene, pero no es libre para tenerlas; debería haberlo comprobado en los últimos tiempos. La libertad no se compra porque no tiene precio. Es una desgracia ser rey.
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