Acojonadita. Hace unos meses les di cuenta de mis temores sobre la búsqueda de los restos de Miguel de Cervantes. En realidad, no sobre la búsqueda, incluso no sobre la eventualidad del hallazgo, sino sobre la declarada intención del Ayuntamiento de Madrid de “dignificar” la tumba del gran señor de las Letras, aunque mi temor sería el mismo, creo, en caso de cualquier otra institución. Terror podría definir mi inquietud mientras los científicos estudian unos restos hallados en un ataúd con las iniciales M.C. Pongan en la misma frase cargo político, cultura y dignificar y échense a temblar, porque problamente sólo se escuchará el eco de una caja registradora. Aclararé que la vertiente académica e histórica de este asunto me intriga e interesa. Pero mi natural conspiranoico me ha hecho recordar la reciente turné de cierto supermagnate chino por Madrid, que en lo que se ha comprado un trozo de un club de fútbol y un cojoedificio en pleno centro de la Villa y Corte, quiere rescatar el fallido proyecto Eurovegas. Y me ha dado por ser mala, demagógica y tal, y he sentido un escalofrío al imaginar cómo podría acabar lo que quede del pobre Cervantes: “A su derecha el acuario más grande del mundo, a su izquierda el fémur de un tipo que escribía, si siguen al frente, las máquinas tragaperras”.
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