no digo que no, que lo son. Islandia y Polonia son magníficos destinos para los vitorianos que buscan algo diferente -sin dejar el frío siberiano-gasteiztarra- entre espectaculares glaciares o en la tierra del Wojty?a. Cualquier agencia de viajes les darían argumentos de peso para viajar allí en San Prudencio, o bien les podrían sugerir con mucho gusto decenas de propuestas alternativas por los cinco continentes. Pero no tengo tan claro que el futuro de Foronda pase por semejantes ocurrencias para los miles de vitorianos ansiosos por volar a Reikiavik o a Cracovia. Tendría cierta lógica hacer un estudio de la demanda y montar vuelos a cualquier punta del planeta -de forma conjunta y complementaria- desde Foronda, Loiu, Hondarribia, Noain o inlcuso Biarritz, con conexiones terrestres rápidas entre las cinco terminales, en un diámetro de apenas 150 kilómetros. Que tampoco a un bilbaíno le tienen por qué salir sarpullidos por volar desde Vitoria... ni a la inversa. O centrarnos en que Foronda sea de una vez referencia en carga, su vocación originaria, aunque con Madrid hemos topado. Pero poner vuelos desde Patatilandia al último rincón del mundo que se nos ocurra por 200.000 euros parece un argumento de Ionesco o Berlanga. Y ojo, que no digo que Islandia o Polonia no sean buenos destinos, que lo son.
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