nadie sospechó de él cuando entró en el local. Iba bien vestido, parecía una persona normal y se comportaba con corrección. Pidió una consumición en la barra y después de pagar se echó la mano al bolsillo interior de su chaqueta para sacar... la libreta sancionadora. El inspector que se presentó de incógnito le impuso a aquel bar de Salburua una multa de 500 euros por no darle el ticket. Hacienda se está cebando con los bares sancionándoles, sin apercibimiento ni previo aviso, por no entregar el obligado ticket en cada consumición, sea un simple café o una caña. También se ensaña con el pequeño comercio o con los autónomos. La Diputación ha recuperado 147 millones de euros que no se declaraban, según los datos que ofrece sacando pecho. Lo que no dice es que el montante del fraude asciende en Álava a 786 millones, según los exhausivos cálculos del sindicato de técnicos de Hacienda. La diferencia está en grandes empresas, ingenieros financieros, expertos en Sicav, abogados o médicos. Todos esos a lo que Javier de Andrés dice que mejor no incomodarles para no desincentivar la inversión. Baste el ejemplo de que sólo un 5% de los contribuyentes alaveses declara ingresos por encima de los 51.000 euros anuales. Pero claro, la culpa es del pequeño comercio y de los bares.
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