ni la Álava ni Vitoria tendrán en 2015 cuentas en vigor -la Diputación y el Ayuntamiento se han visto finalmente forzados a prorrogar las de este ejercicio-, lo que supone un serio hándicap al no poder adaptar a la coyuntura socioeconómica un instrumento como la ley de presupuestos, vital para poder incentivar políticas de reactivación, responder a las necesidades sociales y encauzar la salida a la crisis desde un sector público fuerte. A diferencia del Gobierno Vasco, que ha sellado un acuerdo con los socialistas -quines han potenciado las partidas sociales- para contar con estabilidad presupuestaria en un año clave para la recuperación económica, o de la Diputación de Bizkaia -donde los populares sí se han avenido a negociar pegados al terreno-, el territorio alavés y su capital parecen condenados a pasar otro año en blanco en lo que a reactivación y promoción de empleo se refiere. Si bien es cierto que cualquier desacuerdo es atribuíble a ambas partes, no lo es menos que las prórrogas presupuestarias evidencian un fracaso político del PP gobernante, que es quien tenía la responsabilidad de habilitar espacios de negociación y acuerdos, y más encontrándose en precaria minoría. Pero los populares alaveses han pecado de falta de ambición. Y es que ha sido fundamentalmente la actitud conservadora en materia social y de empleo tanto del diputado general Javier de Andrés como del alcalde Javier Maroto -atenazados por su sempiterno miedo al déficit-, pese al margen que les ofrecía la previsión de mejora en la recaudación fiscal, lo que ha dejado a Araba y Gasteiz sin cuentas públicas. A Maroto no parece importarle demasiado quedarse solo y renunciar a las políticas presupuestarias de reactivación, pues al parecer -desde un planteamiento muy corto de miras- fía su suerte electoral a cortar cintas de obras e incluso a presumir de sus restricciones a las ayudas sociales. A su vez, De Andrés es víctima de la parálisis que su Diputación lleva arrastrando tres años, en lo que será una legislatura perdida para el relanzamiento de Álava. El diputado general no ha sido capaz de poner sobre la mesa un plan de empleo y de apoyo al tejido alavés de pymes que convenciera a la oposición. Pero ayer salió con que, claro, la culpa es siempre de los demás, de una inventada mano negra de PNV y PSE. Excusas de mal pagador ante su palmaria inacción.
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