la polifacética, heterodoxa y valiente Idoia Estornés dice en el prólogo de su crónica ‘Cómo pudo pasarnos esto’ -premio Euskadi de Literatura de este año- que “el de las inconformistas vascas de los 60 aparece a menudo como un pasado gris, vicario, de resistencia-intendencia-apoyo: mujer de preso, mujer de huelguista, buzón, antígona, enlace, encubridora, compinche, recolectora de fondos, panfleto-mecanógrafa, hormiga de asociación, vestal del vascuence, responsable de la familia... de ellos”. Y es que mientras esos príncipes de las tinieblas se dedicaban a guerrear, las mujeres construían en silencio la paz, el mundo afectivo y emocional, la poesía y la esperanza, la comprensión y el calor humano. Esos tonos cálidos que ilustran el mural ‘La luz de la esperanza’ de nuestra página 2 de hoy, ubicado en el cantón de Anorbin del Casco Viejo de Gasteiz y que preside noviembre en el calendario de DNA de nuestra campaña Ciudad de valores. En esta estampa están esas mujeres acostumbradas a ser invisibles, pero hace falta que ellas cuenten también la historia. Como dice Idoia Estornés, “casi ninguna chica de mi quinta ha escrito su versión, sus vivencias, su visión de sus chicos y de los hecho acaecidos; han novelado su existir, muy bien algunas, pero con recato”.
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