En alguna ocasión ya he explicado aquí que mis inclinaciones monárquicas se limitan a dos días al año, concretamente el 5 y 6 de enero. Yo siempre he sido muy de Melchor, Gaspar y Baltasar y por concretar, más del segundo, que viene a ser como ése de la banda al que pocos parecen prestar atención detrás de los Mick Jagger y Keith Richards de turno. Por lo demás, mis referencias monárquicas transitan más o menos entre la Tabla Redonda de Camelot, Ricardo Corazón de León -y no sin cierto dolor, me hago mayor, admitiré que cada vez me cae mejor el denostado Juan Sin Tierra-, Luis XIII, Aragorn hijo de Arathorn heredero de Isildur.... y, más recientemente, la sangrienta saga de Juego de Tronos. Viene todo esto porque, dadas las circunstancias, tocaba hablar de reyes y, francamente, me dan mucha pereza el que se va y el que viene. No obstante, sin entrar en el debate sobre monarquía y república -que hoy empieza el Mundial y volveremos a dedicarnos a las cosas que sí importan- y a título meramente descriptivo, señalaré que eso de la sucesión parece estar teniendo una curiosa paralela en el PSOE, ese partido que se ha sumado a la moda de las abdicaciones. Rubalcaba, López, Jiménez, Díaz, Navarro... De pronto, no sé por qué, me siento en los Siete Reinos...