Nunca he comprendido del todo la costumbre que tienen algunas empresas grandotas de invitar a un preboste grandote con motivo del lanzamiento de un nuevo producto, sea o no grandote. El único motivo que encuentro que pueda justificar este extendido proceder es el agradecimiento. ¿Y qué le tiene que agradecer la fábrica de Mercedes de Vitoria al King Hunter? ¿Les ha ayudado en los negocios? Quizás sea así. Quizás esta visita no sea más que la consecuencia de uno de esos contratos que suele lograr Juan Carlos, héroe de las sabanas, cuando visita en calurosos países a señores inmensamente ricos que visten al estilo saudí y oprimen abiertamente a sus ciudadanos, sobre todo a ellas. Será que no soy capaz de entender los secretos del mercado. El caso es que, sea por el motivo que sea, viene dispuesto a que le hagan la ola en las tierras del Norte. Los paquidermos alaveses ya han cruzado la muga camino de valles más tranquilos. Están asustados. Intuyen que los responsables de la fábrica le regalarán una de las nuevas furgonetas. Y que a dicha furgoneta le habrán modificado el techo para que el regio velador del ecosistema africano pueda asomar cabeza y rifle, mirar y disparar. Luego, si es necesario, ya llegarán las disculpas.
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