el primer debate de la campaña electoral europea ha puesto en evidencia al menos tres cuestiones de fondo democrático. En primer lugar, las diferencias de concepción democrática aún existentes entre España y Europa. Mientras en Madrid debatían cara a cara únicamente los candidatos de PP y PSOE -un abuso del decadente régimen bipartidista que ambos partidos han manejado a su antojo durante las últimas décadas-, en Bruselas debatían los cinco candidatos a la presidencia de la Comisión Europea, populares, socialdemócratas, izquierda, liberales y verdes. Mientras en España los televidentes asistieron a un debate en el que el proyecto de construcción europea ni siquiera parecía formar parte del guión pactado entre ambos partidos, en Bruselas las claves políticas, ideológicas y económicas de la UE -con el paro, la austeridad y el desmantelamiento del del Estado de Bienestar en el transfondo- acapararon los momentos más intensos del debate. Miguel Arias Cañete y Elena Valenciano se limitaron al habitual cruce de reproches del bipartidismo español. El candidato del PP denunciando la famosa herencia económica de Zapatero como principal argumento y la candidata socialista intentando llevar el debate a asuntos sociales y laborales de los que, además, el PSOE es corresponsable. Mientras el formato del debate en España era más propio de un simulacro, la puesta en escena europea ofreció posibilidades y espacios de debate real a los candidatos. Con todo, lo mejor del debate entre Cañete y Valenciano fue la exposición pública del agotamiento político del sistema bipartidista y la torpeza de un candidato al que la prepotencia le derrotó. Y esa derrota ha situado a Cañete ante su propio retrato como un político machista y ultra, connotaciones de las que ya había dado sobradas muestras en su larga trayectoria como ministro en los gobiernos de Aznar y Rajoy, y candidato europeo ahora. Su pésimo debate y su inaceptable discurso machista para defenderse de su derrota ante Valenciano animan una campaña que el PSOE tenía perdida y que ahora Cañete ha podido perder para el PP. Pero sobre todo, le inhabilitan como posible miembro de la Comisión Europea. Un personaje sociológicamente franquista, machista y con oscuros intereses empresariales particulares mezclados con su actividad política no tiene sitio en la UE.