los datos facilitados por Eurostat sobre el PIB de la eurozona durante el primer trimestre de este año no dan demasiada base al optimismo con el que algunos gobiernos europeos han dado por afianzado el camino de la recuperación. En realidad, el crecimiento del 0,2% en la eurozona -0,3% en el conjunto la Unión Europea- apenas permite eludir el término estancamiento que, por el contrario, sí llega a ser ajustado en el caso de algunas de las economías más relevantes como Francia o Italia, sin ir más lejos, que han tenido un crecimiento nulo o una caída apenas perceptible. Pero, además, los datos negativos de otros países como Holanda o Portugal, por ejemplo, que habían terminado el pasado año en la senda del crecimiento llena de interrogantes la presunción de una cierta estabilidad en la economía europea, que ha sufrido una pérdida de competitividad y a la que las reformas -los Estados han inyectado 1,5 billones, el 12% del PIB comunitario, para evitar el colapso del sistema financiero- le han supuesto una caída a largo plazo de la productividad de aproximadamente el 0,3% anual y la sangría de más de nueve millones de empleos. Esto es incluso más evidente si se compara el casi nulo crecimiento europeo con el de las dos economías que optaron por una política radicalmente distinta, Japón y Estados Unidos, que han obtenido un crecimiento del 1,5% y el 2,3% respectivamente en el mismo primer trimestre del año. Sin embargo, los datos de Eurostat también dan margen para algo más que su lectura prudente, ya que tanto Gran Bretaña como Alemania han acelerado más de lo previsto, con crecimientos del 0,8%. De hecho, han sido ambas economías las que han sujetado el PIB europeo. El caso de la segunda, auténtico motor de la economía de la eurozona, permite además despejar las brumas que el estancamiento francés podría dibujar sobre la economía de Euskadi, puesto que Alemania es el otro principal mercado objetivo de las empresas vascas y el crecimiento del PIB alemán ha ido de la mano de un impulso al consumo doméstico y un aumento de las importaciones. En cualquier caso, la tremenda diversidad de datos y el vaivén de los mismos en buena parte de los países de la eurozona invitaría a revisar profundamente la contención con que se viene desempeñando Europa.