El proyecto de capitalidad cultural europea Donostia 2016 cerró el pasado viernes la mayor crisis que ha vivido desde que, el 28 de junio de 2011, un jurado internacional concedió a la ciudad guipuzcoana esta prestigiosa distinción que compartirá junto a la polaca de Wroclaw. La dimisión de la directora general, Itziar Nogeras, y la destitución de la directora cultural, Guadalupe Echevarría, terminaron por descabezar un equipo directivo que anteriormente había sumado las bajas del director de Proyectos, Igor Otxoa, y del director artístico, Fernando Bernués . Las intromisiones políticas, los personalismos y las diferencias de criterio han dinamitado una iniciativa de la que se ha sabido más por sus polémicas que por los contenidos que elabora. La convulsa situación se ha resuelto, de momento, mirando a casa, es decir, nombrando un triunvirato formado por personas que, desde un escalafón inferior, ya trabajaban en la oficina de la capitalidad. Xabier Paya, Garbiñe Muñoa y Enara García liderarán el proyecto de manera transitoria hasta que el patronato formado por el Ayuntamiento de Donostia, la Diputación de Gipuzkoa, el Gobierno Vasco y el Ministerio de Cultura designe un nuevo director general. Superada esta crisis, las cuatro instituciones que sustentan Donostia 2016, pero sobre todo el Consistorio, que es quien debe liderar el proyecto, tienen que aunar esfuerzos para que la capitalidad sea un éxito cultural, social, económico y turístico. Donostia 2016 es una oportunidad inmejorable de proyección exterior, no solo para la capital guipuzcoana sino para el conjunto de Euskadi. Está en juego, además de la imagen de la ciudad, del territorio y del país, un importante presupuesto financiado por la inversión pública y privada. La discrepancia resulta hasta saludable, pero es preciso que las instituciones y los partidos políticos remen juntos para llevar a buen puerto un proyecto que es de todos y cada uno de los ciudadanos. Y si alguien está especialmente concernido es el alcalde de Donostia, Juan Karlos Izagirre, que hasta la fecha no ha liderado como debería la capitalidad cultural, como se lo recuerda constantemente su antecesor en el cargo, Odón Elorza. Con trabajo común y consenso, Donostia 2016 está tiempo (queda más de un año y medio) de convertirse en una cita histórica.