Las vacaciones bien, gracias. Bueno, todo lo bien que pueden ir unas semanas de asueto donde el principal tema de conversación es el desasosiego que la crisis ha impregnado en el ánimo de la mayoría. El reencuentro con los amigos del verano lleva algunos años marcado por las malas noticias en forma de aumento de horas y bajada de salarios cuando no de inmersiones en un ERE, despidos fulminantes, cierre de empresas o finalizaciones de subsidios. Por lo demás, bastante bien, que siempre es menos desagradable charlar de estas cosas en chancletas, bañador hawaiano y una cerveza en la mano. Pero no hay mal que cien años dure. Poco a poco toca volver al curro, los que aún lo conservan, y afrontar un nuevo otoño incierto. Viejas cuadrillas y compañer@s, pero conversaciones similares también al abrigo de una cerveza, aunque ya con pantalón largo, chupa forrada y tensionados -o relajados, según los casos- con la vuelta al cole de nuestros descendientes. Y en esto que pones alguna tele o lees algún periódico olvidados durante el verano y te das cuenta de que tu preocupación era desmedida, que no eres sino un agorero negativo sin razón alguna para tanto pesimismo. Que el paro baja 31 personas, que la prima de riesgo se reduce, que las exportaciones suben y que Rajoy saca pecho en Bruselas por la impresionante marcha de la economía española. Justo después de anunciar que el próximo año bajará los impuestos. La crisis se ha acabado, so memos... ¿o es que se acercan las próximas elecciones?