ME imagino que todos ustedes sabrán ya a estas alturas la poca seguridad que ofrecen los nuevos sistemas de comunicación, amén de la dependencia que pueden llegar a causar. Cuando uno habla o envía mensajes por el telefonino sabe que alguien en algún lado puede estar grabando la conversación o almacenando lo escrito, de la misma manera que lo que uno busca, encuentra o escribe en Internet, ya sea en una red social o en el buscador de turno, también deja huella. Lo hemos visto en muchas películas, no hace falta ser especialmente listo para darse cuenta de ello. Por eso no entiendo algunas de las reacciones que suscitó la publicación en medios de medio mundo del espionaje al que Estados Unidos y Gran Bretaña sometieron a las comunicaciones de millones de ciudadanos, y menos aún el proceder del presidente del Gobierno español en su trato con el antiguo tesorero del PP, hoy tesorero encarcelado. Que alguien con responsabilidad política se sorprenda de que los amos del mundo espíen a sus súbditos puede significar dos cosas: que es idiota o que nos toma por idiotas, y no sé qué es peor. Y respecto al gran preboste del PP que preside este Gobierno de pandereta, por no decir de mentirosos, qué quieren que les diga: si se comunica por mensajería telefónica con el extesorero de su partido en pleno proceso judicial y trata con él cuestiones que pueden afectarle, también puede significar dos cosas: la primera coincide con la de la anterior disyuntiva, pero la segunda cambia a peor: se cree inmune.
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