NO les descubro nada si confieso que soy de los que piensan que las huelgas sí sirven para algo, al contrario de lo que responde quien está en el poder, sobre todo si es de derechas, cuando se encuentra con una en su camino. El objetivo de un paro general es presionar y mostrar el cabreo de quien lo convoca, y de la parte de la sociedad que lo apoya, cuando ya no existen más salidas, cuando la desesperanza es tan intensa como la evidencia de que quien debe tomar medidas para resolver las causas de esa desesperanza no va a mover un dedo. Pues pese a lo que acabo de escribir, y por algún motivo que llegará después, no me gusta la huelga del 30 de mayo. No creo que la respuesta a lo que está ocurriendo deba pasar por una jornada de paro general. Considero un error sindical que no estén presentes todas las centrales que desarrollan su labor en la CAV y Navarra. Me parece pobre, y poco efectivo, que la huelga se circunscriba a la CAV y Navarra, porque la crisis, su nefasta respuesta política y la consiguiente merma de derechos laborales y sociales no sólo las sufren los ciudadanos vascos y navarros, sino también los del resto del Estado. Escrito esto, creo que la respuesta tiene que pasar por consecutivas jornadas de paro general, convocadas por todos los sindicatos de la CAV y Navarra, y los del resto del Estado, y hasta los de media Europa, si me apuran, porque la huelga es de alcance global. Eso sí sería efectivo, rápidamente además. Hasta que llegue ese momento, y aunque no me guste, me apunto a la del 30 de mayo.