los trabajadores de Foronda rechazan atender el aeropuerto 24 horas de vez en cuando, que era aproximadamente lo que les había propuesto AENA con la connivencia de los responsables políticos locales Maroto y De Andrés. Algunos les acusarán de rehuir la lucha por la reapertura en horario continuo si ahora, cuando les dan la opción, la descartan. ¡Qué majos! Primero reducen la plantilla argumentando que sólo se va a operar de noche y, una vez consumados los despidos, pasan la patata caliente a los escasos supervivientes haciéndoles poco menos que responsables de que se haya reducido la actividad. Les pedían ahora que trabajen a demanda, o sea, como los niños de teta que lo mismo duermen toda la noche como maman cada dos horas. El histrionismo se acentúa cuando se da un margen hasta el otoño para convocar otra reunión y evaluar las medidas a tomar en función de lo acontecido en estos meses. ¿De qué dependerá? ¿Del aguante de los trabajadores, del tráfico de aviones, de las bajas de unos y los accidentes de los otros que se produzcan por el estrés acumulado? Es tan esquizofrénico que huele raro, quizá a futura privatización. En todo caso, lo más espeluznante es llegar a estos grados de maltrato de las personas aunque, la verdad sea dicha, tampoco me extraña demasiado visto lo visto en estos tiempos donde la crisis lo justifica todo. Lo de aprovechar la época de vacas flacas para aligerar las empresas de mano de obra cara -a cualquier cosa le llaman cara, por otra parte- y reemplazarla por trabajadores baratos y sin derechos está a la orden del día.