"Al menos se producen ventas, pero sin gran optimismo, en la línea de todo el año". La valoración que hace Patricia García, gerente de Gasteiz On, sobre la marcha de la campaña navideña en el comercio da la medida de hasta qué punto la ciudadanía está absolutamente concienciada de la dura situación económica que se atraviesa. La incertidumbre que ha pesado sobre la paga extra de los funcionarios -cuyo abono adelantado en enero fue aprobado ayer por el Parlamento Vasco- había sido considerado como un factor que podía perjudicar seriamente una de las épocas más importantes del año para los balances del comercio. Por no hablar de un año negro para el empleo en Álava, donde se ha incrementado el paro y son numerosas las empresas en ERE, lo que inmediatamente repercute en la alegría con que la ciudadanía afronta el gasto navideño, en muchas ocasiones ajeno a las necesidades prioritarias de una familia. Un cóctel que, sumado a la subida del IVA en septiembre, hacía presagiar una campaña complicada para los comerciantes. En cambio, las ventas parecen moverse, a tenor de las impresiones del sector minorista, en los mismos niveles -aunque contenidos- del año pasado. Por un lado, explican esta aparente estabilidad en que probablemente el consumidor ha preferido dejar pasar el otoño y reservar su potencial de gasto para estas fechas, apostando además por productos útiles cuya compra ha retrasado. Por otro, esta situación constata la absoluta concienciación de una ciudadanía, a la que se ha culpabilizado de la crisis con el mantra de que ha vivido por encima de sus posibilidades, pero que responde con bastante más sentido común y eficiencia al inevitable ajuste de cinturón que sus instituciones, muchas de ellas embarcadas en recortes tan brutales que han acabado por paralizar la actividad económica. Porque parece olvidarse que uno de los motores de la economía es tan humilde como el dinero disponible en el bolsillo de un ciudadano, el que alimenta al hostelero, al comerciante o al fabricante. El gasto no tiene por qué ser despilfarro. Y el despilfarro que ha generado esta crisis no ha sido precisamente de los ciudadanos, sino de un sector financiero desbocado y unos gobiernos que han confundido dispendio con inversión.