Mi padre me contó que al encontrarse con el vecino de arriba le preguntó si ya habían terminado las obras en su vivienda y le contestó que sí. Pero acto seguido, hinchó el pecho y le dijo que había pagado menos de lo que en verdad costaba. Comentó satisfecho: "ya sabes, con esto de la crisis puedes apretar un poco para que rebajen el precio y así te ahorras unas perras para otras cosas". Mi padre enmudeció, no podía creer que este hombre -que hasta el momento había considerado una persona honrada y generosa- hubiese actuado de ese modo. ¿No se da cuenta de que es ahora, en tiempos tan adversos, cuando debemos dejar a un lado la codicia para ser más honestos y solidarios?

Esta triste anécdota es el reflejo del modus operandi de infinidad de personas -de clases sociales, edades e ideologías muy diferentes- que siguen intentando sacar tajada a costa de otros. No sólo nos estafan las clases dominantes, sino también el vecino del tercero.