cuando Robert Kagan publicó su best seller político Poder y debilidad, basado en el contraste entre el poder o potencia "arbitraria, unilateral y beligerante" de EEUU -vista así por los europeos- y el "continente cansado, poco riguroso y débil" -diseños europeos hechos por los americanos-, los partidarios de una y otra visión de entonces no opinan lo mismo en la actualidad. Aquellos EEUU ofrecidos como paradigma de nación indispensable son hoy un país que mantiene el rango de primera potencia, pero fuertemente endeudado, debilitado y necesitado de cooperación y ayuda. No queremos decir con este diagnóstico que EEUU aparezca como un país arruinado que tenga que llamar a la puerta de su banquero principal -China-, pero sí que aquel país del libro de Kagan ha abandonado por la fuerza de los cambios y de los terremotos políticos y económicos -como las pujanzas de los países emergentes- y es testigo involuntario de un traspaso o intercambio de poderes.

No sé si EEUU vuelve a soñar con la reelección de Obama y lo que éste representa como avance y esperanza o si su frasecita mesiánica de que "lo mejor está por llegar" en estos cuatro años más en la Casa Blanca será algo más que un eslogan, pero me inclino a pensar que tendrá un mandato complicado. Sabe que tiene enfrente una Cámara de Representantes del Partido Republicano todavía en mayoría, radicalmente hostil, a la que no supo sortear negociando y que acentuó el bloqueo político de Washington. Si no hay acuerdo -cuando menos aplazar seis meses la entrada en vigor de los recortes y la subida de impuestos- esta combinación será mortal para una economía en proceso anémico de recuperación.

No va a ser fácil negociar con un Partido Republicano en proceso de reconversión y tal vez de guerra interna tras dos derrotas presidenciales consecutivas, con un recambio generacional en el que se ha sacrificado a veteranos moderados.

En el exterior, Obama deberá sostener un pulso duro con características de púgil listo con el gigante asiático chino y no perder de vista a las franquicias de Al Quaeda en países africanos y asiáticos. Y sobre todo, tendrá que vigilar a Irán. Las últimas administraciones norteamericanas se han comprometido a frenar el desarrollo del programa nuclear de Teherán, pero EEUU está en la fase de liquidación de guerras, no de aperturas de nuevos frentes.