uno de cada tres pilotos europeos reconocen que se han dormido al menos en una ocasión en la cabina mientras volaba el avión que conducían. Nueve de cada diez pilotos aseguran que se han sentido alguna vez demasiado cansados como para asumir la responsabilidad de guiar a los pasajeros hacia su destino. Y cuatro de cada cinco confiesan que han cometido errores derivados de este cansancio. La encuesta la ha confeccionado la asociación europea de pilotos (Cockpit) entre sus asociados de Austria, Dinamarca, Francia, Alemania, Países Bajos, Noruega, Suecia y Reino Unido. ¿No les pone los pelos de punta? Bueno, eso si vuelan porque, tal y como están las cosas, menos mal que hemos puesto de moda green la bici para no tener que avergonzarnos de que no nos llegue ni para el autobús. Acojonante la encuesta, por lo que asusta digo, no por magnífica. O pretende asustar, quizá, que según voy dándole vueltas a este autocrítico y valiente ejercicio de transparencia por parte de los pilotos voy cayendo en la cuenta de que lo que en realidad piden es descansar más, contratar más compañeros por tanto, y recuperar el prestigio -el dinero, o sea- perdido en los últimos años como consecuencia de la crisis y la puesta en escena de las low cost. Los resultados de la encuesta son como para echar a correr y no parar hasta llegar hasta nuestro destino, aunque sea transoceánico. Pero pensando en quién la ha encargado y divulgado -los propios pilotos- me pregunto a qué viene la flagelación. Y pienso mal, yo soy así.