Euskadi arranca por fin de facto su curso político y, con él, un nuevo tiempo marcado por la dramática tormenta económica, el fin de ETA y la búsqueda de un nuevo rumbo en el autogobierno vasco. Casi tres meses después de que el lehendakari Patxi López diera por finiquitado un gobierno que ya sólo deambulaba, que los vascos confiaran inequívocamente el relevo al PNV en las urnas y que ayer quedara definitivamente aclarado que Iñigo Urkullu gobernará en solitario, la política vasca abre ya el hagan juego, en un escenario donde cada fuerza política está llamada a desempeñar su papel para inaugurar un mandato en el que los vascos han depositado muchas esperanzas. No ha sido una sorpresa que el PNV vaya a gobernar solo -una posibilidad que todos daban prácticamente por hecha nada más conocerse los resultados electorales-, dada la enorme distancia estratégica que le separa tanto de EH Bildu -marca con la que la izquierda abertzale histórica ha intentado armar una alternativa al nacionalismo institucional- como de un PSE abatido y retirado a sus cuarteles de invierno y un PP marcado por la sombra del desgaste del Gobierno Rajoy. El PNV se ha visto empujado, en definitiva, a formar un gobierno monocolor en minoría, pero con un proyecto muy madurado bajo el brazo y, sobre todo, con el aval de la imposibilidad de que el resto de las fuerzas políticas pudieran articular una mayoría de contragobierno. Pero es que, además, el gabinete de Urkullu no acusa la debilidad que cabría presuponer a un gobierno sin una mayoría aritmética, puesto que su capacidad de interlocución a todas las bandas y la premura de respuestas acuciada por la grave situación socioeconómica que sufre la sociedad vasca, así como la predisposición que han mostrado el resto de fuerzas políticas a no poner palos en las ruedas ante esta crítica coyuntura, le ofrecen suficiente margen de maniobra y un holgado crédito político. Otra cosa es que, una vez que su gobierno se ponga en marcha a la mayor brevedad, dentro de unos meses haya espacios para alcanzar consensos y acuerdos de fondo, como el próximo lehendakari dejó caer en la entrevista que DNA publicó el domingo. Y es que, una vez resueltas las piezas del arranque de la legislatura, queda mucho por andar.