Hace cuatro años asumí la responsabilidad de liderar la UPV/EHU, que he desempeñado con orgullo, con pasión y con la convicción de que nuestra Universidad, además de ser una institución de formación superior e investigación, constituye un proyecto de País con mayúsculas. La UPV/EHU es una de las instituciones vascas que cada día más contribuyen a cohesionar y construir el futuro de nuestro país desde el presente.
Creo en este proyecto desde mis más profundas convicciones y estoy convencido de que los sentimientos y los valores son importantes para llevarlo a cabo. El éxito de un proyecto se basa no sólo en el potencial de su capital humano y en disponer de recursos suficientes, sino también, y sobre todo, en contar con la adhesión de las personas y contar con su confianza desde la seguridad de que seremos capaces de llevarlo a cabo.
Hemos construido un proyecto de universidad entre todos y todas. La sociedad deposita en una universidad pública su confianza, nos asigna tareas en formación, investigación, transferencia y responsabilidad social, y está dispuesta a prestar parte de sus recursos públicos -siempre escasos- para que estas actividades de hoy tengan rentabilidad social y económica en el mañana. Tras el uso de esos recursos, la sociedad nos evalúa, nos examina y lo cierto es que, hasta ahora, los resultados avalan el trabajo realizado por la Universidad del País Vasco.
Nos encontramos en un momento clave para el futuro de la universidad y para el futuro de nuestro país. La autonomía universitaria no nos autoriza a actuar de espaldas a la sociedad, ni nos exime de las exigencias de control que rigen las instituciones públicas, pero sí nos permite gestionarnos con autonomía interna para realizar la labor encomendada de la forma más eficaz y responder así a las necesidades sociales. Porque es imprescindible armonizar la dación de cuentas por el uso de los recursos públicos y la necesaria autonomía para adaptarse a las situaciones concretas. En ese aspecto, no es posible ajustarse a recetas prefijadas: no todas las universidades son iguales, no todas tienen el mismo recorrido, no todas están en el mismo punto. Los modelos de gestión, por tanto, deben ser originales, imaginativos y ajustados a la realidad social.
En la UPV/EHU la forma interna de desempeñar las tareas es cooperativa, basada en el trabajo en equipo. No es posible entender una institución de formación e investigación sin colaboración. Por ello es importante trabajar desde amplios acuerdos, elaborando proyectos con objetivos comunes, proyectos de los que toda la comunidad universitaria se sienta parte.
Internamente distribuimos los recursos con las mismas reglas de juego con que los recibimos, estableciendo objetivos y rindiendo cuentas. En los últimos años, se ha impuesto la normalidad académica: formar, investigar, transferir y gestionar recursos, manteniendo ese difícil equilibrio entre el máximo acuerdo posible y el máximo rendimiento social. Esta es nuestra realidad diaria. Tengo la convicción de que el valor del acuerdo siempre genera mayores réditos futuros.
El progreso de una universidad, como el de cualquier institución, se construye sobre la convicción y la adhesión de sus componentes al proyecto común. Gracias al trabajo de toda la comunidad universitaria, hoy somos una universidad moderna, investigadora, donde la normalidad académica impregna nuestro día a día, con una gestión transparente y rigurosa.
Quizá alguien piense que avanzamos lentamente, pero lo cierto es que nos movemos en los ritmos que corresponden a una institución vasta y compleja como es la universidad, que se ha consolidado dentro y fuera, orgullosa de haber materializado el sueño de los que hace 75 años crearon la Universidad Vasca-Euzko Irakastola Nagusia, en momentos de extrema gravedad, y de la que hoy nos sentimos herederos. Una universidad enraizada en su territorio, abierta al mundo y que compite por estar entre las mejores.
Por eso hoy, en un contexto distinto pero también grave, defendemos nuestra posición académica frente a políticas parciales y uniformes que pueden en poco tiempo destruir lo que tanto nos ha costado conseguir. Cuesta muchos años disfrutar de un bosque de robles, pero en muy poco tiempo se puede destruir.
Tenemos que mostrarnos firmes para asumir el papel decisivo en el desarrollo social y económico del País Vasco en los próximos años. Pero además, debemos adelantarnos. Es el momento de pensar en las necesidades de formación, investigación, innovación y transferencia a las que tendremos que responder en el futuro y para las que debemos actuar hoy.
Porque la UPV/EHU es universidad pública, es nuestra, es tuya, es tu alumno, es tu profesora, es tu territorio, es tu gente. Es, en definitiva, el futuro. Y es que la universidad es futuro o no es nada. Desde esta convicción, desde la idea de que estamos en un momento clave en que hay que actuar con valentía y con ciertas dosis de imaginación, en un presente difícil donde no hay que perder de vista el futuro, propongo a la comunidad universitaria, y de su mano a toda la sociedad vasca, continuar con este proyecto.