San Prudencio es sin duda la fiesta más querida e íntima para los alaveses y el peso de la tradición es precisamente lo que la hace especial. Sin embargo, echo en falta mayor participación entre la gente joven, no tanto en la juerga de las campas de Armentia como en el sentir de la fiesta. Quizás sea verdad que Sanpru sea una fiesta demasiado encorsetada y que debería estar abierta a algunos cambios, no sé cuáles, para garantizar el relevo generacional.