PARA valorar lo que está a punto de ocurrir con Bildu, hay que tener presente la advertencia de Pérez Rubalcaba: "La ilegalizada Batasuna tiene dos opciones, y sólo dos, si quiere volver a la vida política. O ETA deja la violencia y lo hace de forma irreversible y definitiva; o bien Batasuna rechaza fehacientemente su relación con ETA". Anteayer ETA hizo público su segundo comunicado en 24 horas. Los partidos habían subrayado, entre otras cuestiones, que en el primer escrito con ocasión del Aberri Eguna no se hacía referencia alguna al tiroteo ocurrido en Francia. La supuesta explicación llegó al día siguiente, en un escueto comunicado en el que la organización armada pretende hacer creíbles sus "compromisos" del alto el fuego, sin dar un solo paso más en ellos. Si ya es grave que siga sin atender a las demandas ampliamente mayoritarias de la sociedad vasca para el cese definitivo de la violencia, causa estupor que asegure que el tiroteo tuvo lugar "en contra de su voluntad" y, más aún, que responsabilice a los Estados español y francés. Es decir, que ETA ni siquiera asume su responsabilidad sobre hechos graves que han arrojado muchas sombras sobre la credibilidad del alto el fuego. Lo que ETA calla sigue siendo igual de inquietante tras su nota, porque ni admite su responsabilidad ni aclara lo sucedido, pero tampoco afirma que haya tomado medidas para evitar situaciones similares ni atiende a las exigencias de que desaparezca de forma inmediata. Y todo ello se produce en un momento clave para el futuro de las candidaturas de Bildu. No ha hecho nada ETA por facilitar el camino a quienes han intentando sacar adelante la apuesta por la política de la izquierda abertzale histórica. Al contrario -y en este punto hay que recordar las palabras de Rubalcaba-, ETA ha ido achicando los espacios de Sortu primero y de Bildu después, cargando de munición la dialéctica electoralista de populares y socialistas. Ha dado la excusa para allanar la pista de aterrizaje para la impugnación masiva de listas anunciada ayer; una decisión que va a poner a prueba las costuras constitucionales de la Ley de Partidos y la Ley Electoral. La única incógnita ahora es si la ilegalización será general, como ocurrió con ANV, selectiva. ETA no sólo calla, sino que también otorga.