EL tiroteo -en realidad, un ataque a tiros contra agentes de policía- en el que dos presuntos miembros de ETA hirieron de gravedad a un gendarme en Francia supone un hecho muy grave que incide de forma directa en el actual y futuro escenario político en Euskadi. En primer lugar, porque pone en cuestión el verdadero alcance del alto el fuego decretado por ETA, que en palabras de la propia organización armada era "permanente, general y verificable". Un ataque a tiros no parece muy compatible con las supuestas características de esta tregua que tantas veces se han invocado para subrayar la voluntad de ETA. Abrir fuego contra agentes de la policía es incompatible, por definición, con un "alto el fuego". Además, difícilmente aguantaría una "verificación" el hecho de que militantes de ETA circulen con un coche robado por el centro de Francia armados con pistolas y dispuestos a usarlas al menor incidente que se encuentren, aunque sea un simple control de carreteras. ¿Quién se atreverá ahora a participar en una "verificación" de un alto el fuego que no es el prometido o anunciado? Siempre podrá plantearse que se trata de un hecho aislado quizá protagonizado por militantes que no aceptan el paso dado y no dudan en dificultarlo a la mínima oportunidad, pero si así fuera, ETA debería dejarlo bien claro, porque las dudas sobre el alto el fuego son ahora mayores. Y más legítimas, si cabe. Esta injustificable acción vuelve a poner el foco de la presión sobre la izquierda abertzale tradicional y su apuesta por las vías exclusivamente políticas. De momento, ni los portavoces habituales de la izquierda radical ni los responsables de Sortu han valorado ni reaccionado ante este ataque, rechazado y condenado por el resto de partidos políticos. Es destacable, sin embargo, que tanto EA como Bildu emitiesen sendos comunicados calificando el tiroteo de "incidente" y esta última plataforma se limitase a emplazar "a los Gobiernos español y francés" y a afirmar que "el alto el fuego sigue en vigor". De nuevo, ETA pone a la izquierda abertzale a los pies de los caballos, y con ello al propio Acuerdo de Gernika. A las "lupas" de Rubalcaba y Ares se suman ahora los ojos de la propia sociedad vasca, que ve cómo el escenario vuelve a complicarse. Sortu, Bildu y la izquierda abertzale deben reafirmar ya con hechos que su apuesta es inequívoca y que su rechazo a ETA es verificable.
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