Me alegro de que el maltrecho Deportivo Alavés vuelva a tener un salvador y creo que Josean Querejeta puede ser un buen presidente y gestor para enderezar la deriva de un club en el camino de su reencuentro con el orgullo albiazul, que es en definitiva lo que nos importa a los aficionados que no entendemos de los business del fútbol más allá de los triunfos en Mendizorroza y la esperanza de tener un equipo Glorioso, digno de su ciudad.
Sin embargo, mucho me temo que estamos volviendo a caer en el mismo error que cometimos con Ortiz de Zárate y Ruiz de Gauna. Es decir, confiar las riendas a empresarios que sólo entran a cambio del respaldo insititucional -Diputación y Caja Vital- para no arriesgar nada. Así yo también soy empresario: poner poco y llevarme todo. Si va bien, paso la gorra para recoger los dividendos de los derechos de televisión y si va mal, le endosamos el muerto a las instituciones.
Ambos presidentes han jugado a lo mismo. Poniendo el capital mínimo -eso suponiendo que hubieran capitalizado algo más que humo- accedían a una quita de la deuda y a las cuantías de los convenios con las instituciones, pretendiendo cobrarlos de antemano, claro. Con esos fondos saldaban las deudas de los créditos que les concedieron para capitalizar y si la cosa iba medianamente bien -en el plano deportivo, institucional y de patrocinios, aparte de los favores mediáticos y políticos del establishment alavés para sus negocios particulares-, en poco tiempo a ganar dinero y todo sin poner un euro. Negocio redondo, oigan.
Y leyendo las informaciones publicadas sobre el desembarco del salvador Baskonia, mucho me temo también que el esquema va a volver a repetirse, tal y como se está planteando. Al parecer, Querejeta sólo entra si las instituciones -por lo visto Diputación y Caja Vital le parecen poco y quiere involucrar también al Ayuntamiento de Vitoria y Gobierno Vasco- le ponen la alfombra para no tener que arriesgar nada y, de paso, intentar hacer negocios en paralelo con el Baskonia y el Alavés en una misma mano.