EN el fragor de la campaña electoral Jone Zamarbide arremete contra el Centro Cultural Montehermoso y persiste en negarse a ver los avances que en materia de igualdad en la cultura se han logrado en estos cuatro últimos años, proponiendo nada menos que la realización de una encuesta para "medir"-afirma- el grado de conocimiento y satisfacción de la ciudadanía hacia el proyecto del citado centro (en artículo publicado el día 1 de abril en dos periódicos).
No sé qué pensará la ciudadanía en abstracto, para mí estos cuatro años han sido una de las épocas más interesantes de la historia de Montehermoso y lo digo porque asisto regularmente a ver sus exposiciones, películas, seminarios, centro de documentación, publicaciones, cursos… Por eso creo que el proyecto de Montehermoso cumple una función crucial y a la vez descuidada por muchos espacios para el arte y la cultura no sólo de Álava sino de todo el Estado. El actual equipo de Montehermoso ha puesto en el mapa a la ciudad de Vitoria-Gasteiz a nivel internacional y estatal entre otras cosas por practicar una política de igualdad de oportunidades para hombres y mujeres que, lejos de disminuir la calidad de la oferta cultural, demuestra justamente lo contrario, que es posible hacer cultura siguiendo las premisas de inclusión y no de exclusión de la mitad de la ciudadanía. En este sentido, conviene no olvidar que la diversidad es un síntoma de buena salud social frente a la tiranía del pensamiento único.
Es indiscutible que durante los cuatro últimos años por Montehermoso han ido pasando artistas y proyectos locales, estatales e internacionales muy diversos y de un enorme interés para quienes nos dedicamos al arte y para cualquiera que le preocupe la cultura contemporánea. Nos han aportado su poso desde Ute Meta Bauer, Suzanne Lacy y Linda Nochlin, hasta Amelia Valcárcel, Juan Luis Moraza y Juan Pérez Agirregoikoa, desde Marta de Gonzalo, Publio Pérez Prieto y María Ruido hasta Peio Agirre, Juncal Ballestín y Susan Hiller, desde Vasco Araújo, Adrià Julià y Daniel Baker, hasta Marcus Coates, Caron Geary y Dora García, desde Yaiza Fernández, Daniel García Andújar y Éulalia Valdosera hasta Abraham Cruzvillegas, Daniel Llaría y Ohiana Goenaga... Y así podría seguir preguntando a quienes han acudido a los conciertos, conferencias y demás actividades y sabrán un poco más de la huella que ha dejado Montehermoso en este tiempo, eso sí, hay que recordar siempre que el aforo es menor que el de la kantxa del Baskonia y que la cultura tiene menos adeptos que el deporte, menos páginas en prensa y batante menos espacio en los informativos. Así que lo de la encuesta no me parece muy práctico, la verdad.
Por todo lo dicho, me parece lamentable que una vez más se pretenda desprestigiar un trabajo bien hecho, que es pionero en todo el Estado, y más aún que se haga con la excusa de dar más espacio a lo local, primero porque quien lo critica parece desconocer el programa Next que se desarrolla en dicho centro a lo largo de todo el año y segundo porque actualmente ya existe en nuestra ciudad un proyecto enfocado hacia lo local como es el proyecto Amarika.
El actual proyecto de Montehermoso trabaja desde el arte contemporáneo por la igualdad de género y la justicia social, y esto sigue siendo necesario porque a pesar de la incorporación masiva de las mujeres al mundo del arte desde la década de los años 60 del siglo pasado, la visibilidad de sus obras en los espacios públicos es llamativamente escasa. ¿No deberían esos espacios ser los primeros en revisar los tics de una sociedad que apenas reconoce más genio que el masculino? Esta invisibilización es más grave de lo que parece porque al faltar la obra de las artistas mujeres en esos espacios de reconocimiento se están eliminando sus discursos y sus formas de ver el mundo y eso representa un serio obstáculo para el desarrollo de una sociedad basada en la tolerancia, el respeto a lo diverso y, en definitiva, para el ejercicio mismo de la democracia.