DICE la Liga Profesional que va a parar la Primera División el primer fin de semana de abril. El motivo es el dinero, claro, que resulta que los clubes quieren más porque no les da con lo que recaudan. Es la vieja fórmula, tan habitual en el fútbol como en otras empresas chapuceras: primero gasto a cascoporro, que después ya me darán las instituciones vía quinielas, subvenciones o contratos televisivos. Y piden los clubes que se supriman los partidos en abierto para así poder pedir más a las cadenas de pago. Y los poderosos exigen, además, un reparto acorde con los éxitos deportivos. O sea, el que más gasta, más gana y más le toca. Y, claro, otros muches clubes ponen el grito en el cielo y dirigentes como el sevillista Del Nido tildan a la Liga de tercermundista y tacha al Real Madrid y al Barcelona de verdugos de la gallina de los huevos de oro ante el progresivo deterioro de la competición. Lo de tercermundista debe ser cierto porque los clubes deben a Hacienda la friolera de 700 millones de euros, todo un ejemplo de gestión empresarial. Y lo de la voracidad dañina de merengues y culés tampoco va descaminado en una Liga donde el tercero queda a 30 puntos de distancia del primero y el último, a 70. La competición es así mucho menos interesante y es previsible que el interés mengüe según se agranden y se consoliden las enormes distancias. Pero Del Nido también hace trampa en su pretencioso papel de salvador del fútbol. ¿Dónde estaban sus reparos cuando acumulaba millones, unos 63, vendiendo a Alves, Keita o Adriano al Barcelona?