tokio trabajaba ayer a la desesperada en un intento por controlar la fuga radiactiva de tres reactores de la central nuclear de Fukushima y evitar otro Chernobil, al tiempo que los aeropuertos se colapsaban por los numerosos extranjeros y nacionales que intentan abandonar el país ante el miedo generalizado. Al mismo tiempo, el director del Organismo Internacional de Energía Atómica, Yukiya Amano, admitía a regañadientes la gravedad de la situación, pero negaba que esté descontrolada, aunque las autoridades nucleares de EEUU se sumaron a las sospechas de Francia alertando que la radiación es extremadamente alta. A su vez, el emperador nipón Akihito comparecía en televisión por primera vez en sus 22 años de reinado para pedir calma, pero visiblemente apesadumbrado y sin poder ocultar su honda preocupación ante la amenaza de desesastre nuclear. La información, como ocurre en situaciones de incertidumbre ante catástrofes de consecuencias impredecibles, es contradictoria. Pero en este caso la confusión está también alimentada por los intentos de Tepco -empresa explotadora de la planta de Fukushima- y del propio Gobierno japonés de evitar o mitigar la información sobre las fugas radiactivas y sus posibles consecuencias. Y es que están ahora necesitados de correr un velo y tratar de diluir el alcance de lo sucedido ante su falta de previsión y las carencias detectadas en el control y seguridad de una central de primera generación. Es cierto que en este caso ha intervenido de modo extremo la fuerza de la naturaleza, pero el terremoto y el tsunami -palabra, por cierto, japonesa- eran contingencias predecibles y posibles tanto en su violencia -no han sido los peores de las últimas décadas- como por la propia situación geográfica del archipiélago japonés, propensa a ambos fenómenos. Pese a todo, la empresa y el Gobierno mantuvieron el funcionamiento de Fukushima frente a los informes que ya en la década de los ochenta cuestionaban el diseño y la seguridad de los reactores Mark 1 -idénticos a los de Garoña- en caso de accidente. Con el agravante de que Tepco ya fue advertida por el Ejecutivo japonés cuando otro terremoto de menor escala dañó en 2007 otra de sus centrales nucleares en Kashiwazaki.
- Multimedia
- Servicios
- Participación