El lema que hemos escogido en Emakunde para conmemorar el 8 de marzo de 2011 refleja tres realidades que, aunque lejanas en el tiempo, van hoy de la mano. La primera cuestión es el centenario de la celebración del Día Internacional de las Mujeres, que tras su primer acto en 1911, posteriormente en 1975 la Asamblea General de Naciones Unidas estableció en la fecha del 8 de marzo. Son cien años de una fecha pero muchos más de una lucha, y ahí está la primera conexión: con Mujeres al frente recuperamos las reivindicaciones de las mujeres de libertad, de igualdad y de dignidad. Evocamos, por ejemplo, al movimiento sufragista del siglo XIX y a las mujeres republicanas que consiguieron introducir en la Constitución de 1931 el voto de las mujeres en España: una nueva efeméride, pues se cumplen 80 años.

En segundo lugar, Mujeres al frente se refiere principalmente a la necesidad de que las mujeres se sitúen al frente de los gobiernos, de las instituciones, de las empresas, de las universidades… En suma, al frente de los órganos donde se adoptan las decisiones. En la larga lucha feminista, las mujeres siempre han reivindicado su participación en el espacio público y mucho se ha avanzado en este sentido. Pero no es suficiente con participar, es necesario poder incidir en la toma de decisiones y la forma más efectiva de hacerlo es estando allí donde se decide, incidiendo en las agendas políticas, económicas, culturales, académicas, etc.

¿Por qué no hay mujeres al frente de los Estados, en los Consejos de Administración de las grandes empresas, al frente de las Universidades o de las Academias científicas? No es que no haya mujeres preparadas, las hay y muchas. La solución no es, por tanto, cuestión de tiempo. El principal factor que explica la ausencia de mujeres en los ámbitos de toma de decisiones son los mecanismos de captación. ¿Cuáles son estos mecanismos? No se trata de valorar fríamente un currículum y unos méritos, se trata de captar a una persona de confianza en la que poder depositar sin reservas parte de la responsabilidad en la gestión al más alto nivel. Funcionan, por tanto, mecanismos de captación informales y subjetivos. En suma, hombres captando hombres. Y hay un tercer elemento al que podría evocarse con Mujeres al frente. Me refiero a las mujeres tunecinas, egipcias y libias al frente de las revoluciones en sus respectivos países. Pocas son las reflexiones y análisis que se están haciendo en torno a cuál va a ser el futuro y el papel que van a jugar en este momento de crisis, cambio y oportunidad. Se ha hecho muy poco visible su papel en las revoluciones, su presencia, por ejemplo, en la plaza de Tahrir. Sin embargo, están ahí, mujeres doblemente oprimidas, por un régimen político y por unas costumbres misóginas. Mujeres que luchan por la libertad de sus países y por el establecimiento de sistemas democráticos. Las mujeres están en la lucha, están en el frente, pero también tendrán que estar al frente de los partidos, movimientos y asociaciones que decidan el nuevo modelo político. Porque ni un estado islámico ni un gobierno militar va a garantizar su libertad ni la igualdad de oportunidades. Si no están al frente, correrán la misma mala suerte que otras mujeres en otras revoluciones, que lucharon y luego fueron olvidadas, relegadas y dominadas.

Recojamos el espíritu de las mujeres de hace 100 años y la fortaleza de muchas mujeres de hoy para reivindicar la necesidad y la justicia de que haya mujeres también al frente.