Los txakolineros vascos parecen haber ganado la primera batalla ante el intento de la comunidad de Castilla y León de acuñar la denominación de origen chacolí en la zona burgalesa de Miranda de Ebro. La Junta castellana acaba de dar marcha atrás en su empeño por promocionar su vino blanco bajo la marca de chacolí, cuando este término está reservado para las denominaciones de Araba, Bizkaia y Getaria, según recoge la normativa estatal y europea. Se trata de una guerra con evidentes intereses comerciales de fondo, pero también de un pulso simbólico en el que está en juego una laboriosa y meritoria apuesta que los vitivinicultores vascos han emprendido, sobre todo en estas dos últimas décadas, por recuperar, mejorar la calidad, prestigiar y relanzar un producto propio como el txakolin y ponerlo en una posición puntera en un mercado cada vez más competitivo. No es sólo la defensa de una mera denominación legal, sino de proteger la especificidad y la apuesta por la calidad de la tradición de la que pueden dar buena cuenta, por ejemplo, los productores ayaleses agrupados bajo la Arabako Txakolina que en esta última década -no sin pocos esfuerzos- han logrado reinventarse un sello exclusivo, premiado ya con varios reconocimientos internacionales. La reacción de las denominaciones vascas está, por tanto, plenamente justificada ante el intento de otras regiones vitivinícolas, especialmente burgalesas y cántabras, de aprovechar el camino desbrozado por Araba, Bizkaia y Getaria para colocar en el mercado nacional e internacional chacolís que no respondan a las premisas de calidad que han permitido al txakolina su expansión. En el plano formal y legal, el conflicto no debería tener recorrido si se tiene en cuenta la normativa estatal y europea. Hace ya 12 años, los gobiernos vasco y español acordaron circunscribir la producción de chacolí-txakolina a las denominaciones de origen de la CAV y el propio reglamento de la CE 1493/1999 de 17 de mayo referente al sector vitivinícola ampara el derecho a utilizar indicaciones geográficas y otros términos tradicionales para proteger la calidad de los vinos. La exclusividad vasca del chacolí-txakolina tiene una sólida base legal, pero es que también viene avalada por un know-how digno de defender y reinvidicar.
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