EL año pasado el PSOE, con Zapatero y su gobierno a la cabeza, decidieron tirar a la basura su programa electoral y seguir las instrucciones del Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional. Contaron con el apoyo de PNV y CIU y la falsa oposición del PP, que espera que los socialistas le hagan el trabajo sucio y preparen su vuelta al poder. Desde entonces las reformas antiobreras se han ido sucediendo y profundizando. Reducción del gasto social, a costa de pensionistas, personas dependientes y trabajadores, incremento de impuestos indirectos, aumento de la luz, agua, gas o teléfono, despido barato y a la carta, facilidades a las empresas para descolgarse de acuerdos firmados, o privatización de los servicios públicos de empleo.
La huelga general del 29S, aunque con retraso, fue la respuesta más contundente a estas políticas, coincidiendo con movilizaciones obreras en toda Europa. Una huelga general que no tuvo continuidad, a pesar de que el Gobierno se negó a modificar la reforma laboral, redujo impuestos a las empresas y anuncio nuevas privatizaciones y supresión de ayudas a parados de larga duración. Tampoco se reaccionó ante la amenaza de aprobar por decreto una reforma injusta e innecesaria del sistema de pensiones, implantar el copago en sanidad y educación, o imponer una reforma de la negociación colectiva que la patronal quiere que suprima los convenios provinciales y anule la prórroga de los convenios al finalizar su vigencia.
Ahora los dirigentes de UGT y CCOO han iniciado el nuevo año con una propuesta de pacto global que es un despropósito, porque el acuerdo que puedan alcanzar sólo servirá para legitimar las políticas regresivas de Gobierno y banqueros, y porque si no lo alcanzan se verán obligados a plantear acciones a destiempo y desde una posición de debilidad. Si la política de pactos sociales, en época de escandalosos beneficios de empresas y banqueros, no ha impedido que seamos campeones de Europa en temporalidad, accidentes laborales y número de parados, insistir en esa política fracasada conduce directamente al desastre. Cuando los dirigentes sindicales dicen, de forma equívoca, que rechazan la jubilación a los 67 años con carácter generalizado, pero negocian que puedan jubilarse a los 65 años quienes acrediten 40 o más años de cotización, están simplemente colaborando en un engaño. Porque los mas afectados serán los jóvenes y las mujeres, castigados por el paro y por empleos basura sobre los cuales no se pueden construir pensiones dignas. También los mayores, porque actualmente dos de cada tres mujeres y uno de cada dos varones, entre 55 y 65 años de edad, no tienen ni tendrán trabajo.
La edad real de jubilación ya está cerca de los 65 años puesto que la media oficial de 63,8 años está rebajada por prejubilaciones y jubilaciones anticipadas, en algunos casos vergonzosas, como en las Cajas de Ahorro, o en Telefónica y TVE a los 52 años, y en otros casos forzadas por las empresas para reducir costos, siempre a costa del dinero público. El Gobierno quiere retrasar la edad de jubilación, aumentar los años para calcular la pensión, y exigir más años para recibir la pensión completa. El resultado reducirá drásticamente la cuantía de la pensión, se pagara durante menos años y se engordará el negocio bancario aumentando el patrimonio de los fondos privados de pensiones. (...)
Los mercados son un diablo insaciable cuyo único dios es el beneficio a cualquier precio, y su pretensión es convencernos de que no hay alternativas al margen de la dictadura y chantaje que ellos ejercen. Es tarea de todos demostrarles que se equivocan y la confrontación es el único camino.
Hay que exigir a los dirigentes de UGT y CCOO que se pongan al frente de la lucha sin ambigüedades y que rompan sin miedo con políticas al servicio de banqueros y especuladores. En la actual situación la huelga general convocada en Euskadi y Galicia marca el camino que hay que seguir en el Estado y en Europa, porque, en palabras de Miguel Hernández: "Quien se para a llorar, quien se lamenta contra la piedra hostil del desaliento, quien se pone a otra cosa que no sea el combate, no será un vencedor, será un vencido lento".