Hay odios mayestáticos como el de los palestinos a los judíos y de éstos a los nazis, o el de los sunitas a los chiítas y a la inversa. Otros son más subterráneos hasta que explotan, como el del trabajo al dinero, del rico al pobre. El pan nuestro de cada día. El odio es ese animal que camina en una noche lluviosa y fría pegado a las paredes con capucha calada, que sin dar la cara amenaza e insulta.
Sería más bonito hablar de cosas como Fidias en el Partenón, pero resulta que muchos siglos más tarde en la Grecia clásica sale a flote el odio popular en forma de huelgas generales y lucha de desesperados en las calles. También los hay como Catón, que murió después de haber conseguido todas las satisfacciones, incluida la de hacerse muchos enemigos, cosa que le agradaba particularmente. Afortunadamente, existen sentimientos y palabras como sweet love y maite zaitut, "imagine? que no existe el cielo o el infierno".