EL empuje que aún mantiene en Álava el sector industrial, con un peso evidente en la economía del territorio, ha hecho posible que las cifras del paro con las que se cerró 2010 no tuvieran los tintes que ofrecen en otras zonas del Estado español, aunque no por ello dejen de ser igualmente dramáticas, sobre todo para las familias que sufren en sus propios hogares la falta de trabajo. El desempleo aumentó el pasado año un 6,1% en Álava, lo que equivale a que en total sean 20.383 personas las que no tienen ocupación, un dato preocupante en la medida en la que tampoco en nuestro ámbito se ha podido evitar ser arrastrado por la tendencia negativa en la que está inmersa la economía española. En el resto del Estado, el desempleo sigue sobrepasando los cuatro millones de personas (4.100.073), con un aumento preocupante del 7% en el caso de las mujeres, como resultado del crecimiento del paro en el sector servicios, donde la mano de obra femenina tiene un importante peso. Si bien es cierto que el desempleo bajó en diciembre con respecto a noviembre, este simple dato no debería ser suficiente para lanzar las campanas al vuelo, como ayer hicieron los responsables del gobierno central. Por si no hubiera habido suficientes declaraciones de excesivo optimismo, cuando no de manifiesta irresponsabilidad en relación a la salida de la crisis, tanto Rodríguez Zapatero como varios cargos del Ministerio de Trabajo, hablaron ayer de "cambio de ciclo" o de que "todo apunta a que se está llegando al final del ajuste", valoraciones que deberían desterrarse hasta tener una clara respuesta de qué va a pasar con los dos millones de puestos de trabajo que se han destruido con la actual crisis. Y desde el Gobierno Vasco, cuya gestión sobre Lanbide empieza con esta coyuntura y con una nueva convocatoria de huelga general de las centrales abertzales, debería evitarse el seguidismo del que está haciendo gala el ejecutivo de Patxi López hacia las decisiones que se adoptan en Madrid (está aún por ver que la reforma laboral esté generando empleo), ejerciendo todas las competencias que concede el autogobierno para ganar la batalla contra el paro y buscando la manera de crear empleo defendiendo su propia estructura económica, laboral y fiscal y a través de los sectores productivos que han hecho posible que la situación de la economía vasca no sea tan desastrosa.