Estamos hasta el morro de políticos, economistas, portavoces empresariales, periodistas y tertulianos conservadores y retrógrados que defienden una reforma laboral que se carga nuestros derechos, proclama los beneficios del despido libre, queriendo alargar la edad de jubilación y exigir 40 años de cotización para tener derecho a pensión. Es decir, proponen arrasar con todo lo conseguido en más de 100 años de lucha de nuestros padres y abuelos y de nuestra generación que sufrió y luchó en la dictadura franquista, donde muchos trabajadores fueron perseguidos, apaleados, encarcelados, torturados y hasta muertos por conseguir muchas de las cosas que hasta hace poco teníamos.

Estos gobernantes quieren salir de las crisis a costa del pueblo llano porque, con estas reformas, la mitad de los trabajadores estarían en el cementerio sin llegar a cobrar pensión y para tener derecho a ella o cotizas desde muy joven o te jubilas cuando ya no puedes ni con tu alma. Eso sí, los diputados tienen derecho a la percepción por jubilación, ¿la máxima?, con una legislatura y un día y estos izquierdosos no tienen ningún problema económico. ¿Y qué me dicen de los ejecutivos de tantísimas empresas y grupos financieros que manejan el sistema? ¿Y de los poseedores de grandes fortunas? A esos, ni tocar.

Montoro, del PP, dijo hace unos días que cómo es posible una huelga en pleno siglo XXI. ¡Mire usted a Francia, oiga, que nos lleva más de 100 años de experiencia democrática! (...) Hace poco escuché a un político manifestar que si a ellos no se les pagase bien, a la profesión sólo se dedicarían los mediocres. ¿Más mediocres que muchos de ellos, que sólo se sientan en el escaño para votar, o que ocupan cargos de responsabilidad sin contar con la debida formación personal y profesional?